8 de septiembre de 2013

Hay veces en las que me dan ganas de ir, hablar con él, y decirle absolutamente todo lo que siento, lo que me pasa, descargarme y decirle todo. Decirle, que cada vez que lo veo se me da vuelta el mundo, siento un millón de zoológicos en la panza, veo sus ojos, su mirada, su sonrisa, y no me importa nada, todo a mi al rededor es invisible, no hay nada, solo yo y él, nosotros. Lo veo y se me dibuja una sonrisa de oreja a oreja en la cara, que no se me borra por nada en el mundo. Es tan increíble lo que me pasa con solo mirarlo.
Hoy, por ejemplo, me gustaría ir hasta su casa y decirle una por una las cosas que siento por él, decirle lo feliz que me hace y lo triste que me hace también, decirle lo que significa para mi, es mi mundo, mi vida, mi todo, y sin él me quedo en la nada.
El único problema de mis sentimientos con él, es que él no siente lo mismo, o eso creo. Creo que en su vida soy una más aunque muchas veces el me haya demostrado que no, pero no puedo sacarme esa idea de la cabeza, pienso que no le importo, que no soy nada para él, y eso, me destroza totalmente, es horrible. Pero bueno, habrá que aceptar la realidad y dejar los sueños y las ilusiones para otro momento.
Más que nada, me gustaría verlo y decirle que lo amo muchísimo como a nadie en este mundo y que es mi vida.
Lo amo, lo amo, lo amo, lo amo, y no me canso de decirlo.

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